miércoles, 25 de agosto de 2010

Capítulo seis

Autora: Valeriya

Siento la tardanza.

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En un local del centro de Londres, un hombre bebía en la barra y fumaba un cigarrillo mientras esperaba a su invitada. Lo bueno de Valeriya Petrov era que le interesaba de sobre manera que sus hombres estuvieran vivos, ya fuera por orgullo o preocupación. El caso era que con eso se la podía manejar con bastante facilidad. No obstante, era de estúpidos cabrearla y no tomar precauciones cuando la tratas. Sobre todo en persona. Por eso había colocado algunos hombres de incógnito en el bar. No es como si temiera que la mujer de pronto se volviera loca y le dejara como un colador, no señor. Él no tenía miedo nunca, era precaución. La mano que sujetaba el vaso se quedó estática mientras le comenzaba un tic en la ceja al imaginar la escena de Valeriya cabreada.

El sonido de unos tacones llamó su atención y dejó la copa en la barra. Con una sonrisa prepotente, se giró hacia la mujer que estaba parada tras él.

Valeriya Petrov era una mujer de estatura media, con una larga cabellera rubia que siempre sujetaba en una coleta, y unas curvas prominentes. Solía vestir trajes elegantes que marcaban su figura, zapatos de tacón –que no lograban hacerla mucho más alta –, y una fina gabardina por encima. Las facciones de su cara no eran finas –aunque algunos dirían que parecía una muñeca –. Sin embargo, la expresión que ponía y la frialdad de sus ojos amedrentaban al hombre más fornido. Justo como se esperaba de la líder de una mafia.

Entonces se fijó en el hombre que estaba detrás de ella. Aparentaba tranquilidad, pero sus ojos reflejaban una seriedad perturbadora. Parecía el tipo de hombre que podía masacrar un bar lleno de gante y acto seguido, ir a una fiesta con tanta frescura como si hubiera acabado de comprar el pan.

-Me citaste aquí, Vongola. Deja de mirar a mi subordinado.

Con una sonrisa relajada, Ivanov se dirigió a Valeriya.

-Creí que habría entendido que la esperaba sola.

-¿Para qué? ¿Crees que no he notado los hombres que tienes en el bar? –Valeriya entrecerró los ojos. –¿Qué pretendes?

Entonces Ivanov ensanchó su sonrisa.

-Es muy sencillo, querida. Siéntate. Tomemos algo, es aburrido hablar de negocios sin un trago en la mano. ¡Ah! Pero me temo que tu perro tendrá que retirarse. Los negocios deben hablarse en privado. –Valeriya se sentó dirigiéndole una mirada significativa a Enki, que se fue a sentar a una mesa apartada. Tal vez no oyera la conversación, pero no les perdería de vista. El tipo le daba mala espina. –Vodka, ¿verdad?

-Claro.

Debía actuar con cuidado. Sin duda quería patearle las pelotas a ese tipo, pero antes debía recuperar a Naswish.

-Hemos descubierto algo interesante, Valeriya. Al parecer uno de tus cachorros ha estado investigando nuestros asuntos más de la cuenta. ¿Sabías algo?

-No tengo ni idea.

-Mmm, tal vez deberías apretarles más la correa.

-Mmm. Por mi parte, he recibido noticias de que algunos de tus chicos han estado meando en mi territorio. ¿Sabes tú algo de eso?

Ivanov miró a Valeriya con los ojos muy abiertos en una mueca de sorpresa.

-¿Mis chicos? Oh Dios, ¿cómo puede ser?

-Tal vez tú también deberías apretarles la correa un poco más a los tuyos.

-Mmm, entiendo. Pero comprenderás que no puedo dejar ir a alguien que posee información sobre mi “casa”, ¿verdad?

Valeriya miró a Ivanov fijamente a los ojos. Entonces Ivanov entornó su característica sonrisa prepotente.

-Te propongo algo, maya crazavitza. –Valeriya reflejó en su rostro la molestia que le había provocado aquel apelativo. –Yo castigo a mis chicos si a cambio el tuyo deja toda la información que haya obtenido bajo mi llave. ¿Qué te parece?

Valeriya apuró el último trago de su vaso de vodka antes de contestar.

-De acuerdo Vongola, trato hecho.

-¡Estupendo! Pero por favor, llámame Ivanov. –Valeriya se dispuso a levantarse del taburete, pero Ivanov la sujetó de la mano. –Por favor, acompáñame un rato más. Hay que celebrar el acuerdo, ¿otro vodka?

Enki veía desde su mesa cómo Valeriya volvía a sentarse. Según la expresión que había puesto Ivanov hacía unos momentos, el problema estaba solucionado. Entonces, ¿por qué su jefa se volvía a sentar y pedía otra copa? Espera, no se pondría a beber ahora, ¿verdad? Ese Ivanov era un idiota. ¿Cómo se le ocurría invitar a Lera a beber? ¡Encima vodka! ¡Pero si ella no paraba hasta acabar ciega! Y para colmo le tocaría a él cargar con ella y su mal carácter.

Vio cómo Valeriya bebía otro trago y le cayó una gota por la sien. Más valía que hubiera algún médico entre los hombres de Vongola.

Muchas horas y copas después, se podía ver a Enki sujetándose la cabeza con la mano mientras le rodeaba un aura de depresión. Valeriya e Ivanov estaban tan alegres en la barra. Hablando alto –en caso de él –, riendo y bromeando como dos buenos amigos. Mierda. Lera estaba borracha.

Enki tuvo una mala sensación cuando después de un comentario de Ivanov, a Valeriya le aparecía un sonrojo en la cara y el otro sonreía de forma interesada. Bien, era hora de intervenir.

Temiendo por su vida, Enki se levantó y se dirigió a donde estaban los otros dos. Cuando llegó, Ivanov se estaba riendo.

-Esto, Lera…

Esta miró a Enki enfadada.

-Enki, ¿qué coño estás haciendo aquí? Largo.

-Pero es que, deberíamos volver. Se está haciendo tarde.

Ivanov se dirigió a Enki con tono jovial.

-No te preocupes, chico. Puedes irte. –entonces pasó un brazo por los hombros de la mujer. –Yo la cuidaré.

Y cuando Valeriya miró a Ivanov con una sonrisa en los labios, Enki tembló de miedo.

-Crazavitza maya, ¿por qué no nos vamos a un lugar más privado?

Enki se sorprendió cuando Valeriya le respondió afirmativamente sin inmutarse por lo que la había llamado.

Sin más, ambos se levantaron. Enki marchó detrás de ellos en silencio, viendo cómo Ivanov agarraba de la cintura a Valeriya.

En eso, Valeriya se chocó con un perchero. Inmediatamente se soltó de Ivanov, se pudo en guardia y miró mal al objeto inerte.

-¡¿Quién te crees que eres imbécil?!

Ivanov veía todo con mirada concentrada como si no entendiera del todo la situación.

Cuando Valeriya metió la mano en la chaqueta dispuesta a sacar la pistola, Enki corrió a intentar calmarla.

-¡Espera Lera! Vas a dispara a un perchero.

Valeriya miró a Enki con cara asesina y le habló arrastrando de vez en cuando alguna sílaba.

-¿Insinúas que YO me ha tropezado? ¿Me estás llamando torpe?

Con rapidez, Enki contestó con voz conciliadora.

-¡Claro que no! ¿Cómo voy a decir eso?

-Entonces, ¿dices que estoy borracha y que no veo por dónde voy? –Valeriya le apuntó con la pistola.

-¡Cla- claro que no! ¿Cómo se te ocurre? Je,je.

Enki estaba sudando. Como encontrara al tuerto que le había mirado, le sacaría las tripas y se las daría a Rohan.

De pronto, como si hubiese recordado algo importante, Ivanov despertó de su trance y volvió a pasar el brazo por la cintura de Valeriya.

-¡Ey! ¿No teníamos algo pendiente? Valeriya reaccionó de inmediato y se giró hacia Ivanov.

-Cierto. –Entonces guardó el arma y se dirigió a Enki por última vez. –Vete a casa, Enki. Tengo asuntos que tratar con Ivanov. Tardaré un rato.

Ivanov la atrajo hacia sí y le dijo insinuante, –Más bien la noche entera. Vamos en min coche.

Valeriya sonrió cómplice y los dos salieron del local.

En silencio, Enki esperó a que salieran para montar en el coche y seguirlos discretamente. Puede que fuera un pasota, pero no iba a dejar sola a su amiga sola a merced de ese tipo.

Después de un rato, Enki paró el coche mientras veía a Valeriya e Ivanov entrar a un edificio de apartamentos de lujo. Sería muy arriesgado entrar, por lo que se quedaría esperando en el coche hasta que salieran.

A la mañana siguiente, Valeriya despertó en una cama enorme y desordenada, desnuda y con resaca. Podía oír ruidos a través de la puerta. Como de alguien cocinando.

Con lentitud se levantó de la cama. Al no ver su ropa por ninguna parte, salió de la habitación cubierta con la sábana. La estancia era grande. A un lado estaba el salón, decorado con muebles muy caros –entre ellos una tele de plasma enorme –. Todo estaba bien iluminado, para tortura de sus ojos, por una enorme ventana que ocupaba prácticamente toda la pared. Al otro lado, separada por una encimera, estaba la cocina. Ivanov estaba frente al fuego vistiendo tan solo unos pantalones de pijama.

Valeriya se dirigió a él con voz firme.

-¿Dónde está mi ropa?

Ivanov la miró con una sonrisa tranquila.

-La eché a lavar. Estará seca para cuando acabemos de desayunar. ¿Cómo quieres los huevos?

Valeriya le dirigió una mirada feroz.

-Si no tengo ropa, ¿con qué se supone que me voy a vestir?

Entonces, Ivanov paró todo movimiento y la miró de forma seria y penetrante.

-Hay un disfraz de conejita. –cuando vio la mirada que la mujer le dirigía, se apresuró a añadir. –Pero si quieres puedes ponerte algo mío. Coge lo que quieras del armario.

Cuando Ivanov acabó de poner la mesa, vio a Valeriya salir de su cuarto. Entonces se congeló. Así, con el pelo suelto y desordenado, una camisa que le quedaba grande, y unos vaqueros que le colgaban por todas partes y con los que tenía que luchar para que no se le cayeran, parecía una auténtica muñeca. Mmm, ¿le dejaría encerrarla en una vitrina y guardarla bajo llave en su cuarto?

Cuando se dio cuenta de que la mujer le miraba como si sospechara que estaba loco, puso en sus labios su sonrisa prepotente.

-Creo que voy a crear una nueva norma. Cada vez que estés aquí deberás estar desnuda o, en su defecto, vestida con mi ropa.

Valeriya le miró mal. Dios, de verdad ese tío la enervaba.

-¿Qué te hace pensar que voy a volver?

-Je, es lógico. Una vez que se me prueba, se quiere repetir.

-Pues vas listo si crees que va a ser así conmigo.

De mal humor, Valeriya se dirigió a la puerta mientras Ivanov no perdía la sonrisa.

-¿Adónde vas mujer? No tienes ropa muy apropiada que digamos.

-Está perfecta. No necesito más.

-No puedes ponerte tus zapatos con esos pantalones. Estarás descalza.

-¡Me da igual!

Y con un portazo, Valeriya salió de apartamento.

El estridente tono del móvil sobresaltó a Enki, que hasta entonces había estado durmiendo con la cabeza apoyada en la ventanilla y con un hilillo de baba cayendo por la comisura de su boca abierta. Con rapidez buscó el móvil en su bolsillo. Era Lera. Contestón inmediatamente y con voz alterada.

-Dime, Lera. ¿Qué ocurre?

La voz cabreada de su amiga le contestó.

-¡¿Dónde demonios estás estúpido?! Necesito que me recojas.

-Descuida, estoy en la puerta.

-¿Y qué narices haces ahí? ¿Me has seguido?

-Oye, no te enfades. No soy yo el que anoche casi te vuela la cabeza. Deberías haber cenado All Bran, para despertar de mejor humor. –lo que tuvo como respuesta fue el tono que indicaba que habían colgado.

Desde la ventana, Ivanov sonreía mientras veía el coche en el que iba Valeriya desaparecer por la carretera. La noche había resultado mejor de lo esperado. La resaca no formaba parte de su plan original, pero había resultado agradable conocer el auténtico carácter de esa mujer. Quería conocer más sobre ella. Sin duda se volverían a ver. Después de todo, tenía su ropa en la secadora.


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Siento si no es muy divertido, no sabía cómo ponerlo sin que fuera un despropósito.

Lo siento Winry, no supe hacer que salieras sin que quedara muy forzado. T.T

3 comentarios:

  1. Chica, que maloooooooooooooooooooooooooooooo

    Bah, ahora enserio. Muy bueno xDD.

    Un consejo, para la próxima, en lugar de "je je" o así, pon "rió" o algo por el estilo. Aparte, me he reido bastante.

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  2. ¡No salgo! Pero tienes razón, yo habría estado de más. Una cosilla:

    "Bien, hera hora de intervenir."

    ¡Dolooor! "Era" u.u

    Otra:

    "Las facciones de su cara no eran finas –aunque algunos dirían que parecía una muñeca –. "

    ¡Yo, yo, yo, yo, yo! *exclamaba dando saltitos*

    Me ha gustado mucho mucho que siguieras mi idea ^^ Y yo ya sé por dónde continuar (muajajajaja).

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  3. Ok, me alegro de que os gustara. No estaba muy segura.

    Gracias Nei, normalmente no pongo mucho cuidado al pasarlo. Si ves cosas asi, avisame porfi.

    Por cierto, por si no os habeis dado cuenta o se os a olvidado: "maya crazavitza" significa mas o menos "preciosa mia", aunque no es muy exacto.

    En fin, me alegro. Os dejo el resto.

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